Sin recuerdos, ni fotografías
viaja el anacoreta.
Escondido en ese barco encorvado y gris, su lugar en el mundo.
Le perdí el rastro
nadie sabe quien es, pero lo recuerdo turbio e impaciente
sintético aire lejano que daña
intranquilidad que cruza la calle
verso de zapatos azules.
Fueron años sin saber de su voz demoníaca.
Ante esa presencia, me derrumbo imprecisa y obediente.
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