Cuando llegues a Uruguay
una parte del cielo se pondrá de celeste dorado
y la voz del viento
te dirá que eres todo lo que necesitas
para continuar en el mundo
aunque tengas sed.
Y tu sangre, lo único permante, transitará en el cerebro sin remordimiento
con la calma
de atesorar los recuerdos de un almuerzo mal preparado o una foto,que nunca nadie te llego a tomar.